Y
pronto acaba todo.
Acaba
lo que todos pensamos que pasaría más lento.
Acaba
un año de sensaciones.
Simplemente,
acaba.
Empiezo
a hacer mi maleta y a pensar qué meter en ella. Quiero meter tantas
cosas que pienso que no me va a caber todo...
¿A
quién quieres engañar? No puedes meterlo todo, solo lo bueno.
Retrocedo
en el tiempo y pienso que, en realidad, solo me puedo llevar cosas
bonitas de este año.
Lo
primero que echarías en esa maleta sería, seguramente, lo más
importante: la amistad. Personas que llegan a tu vida, que comparten
lo mismo que tú, que te complementan y que siempre están ahí.
Le
seguiría la seguridad. Aprender a creer en tí misma. Sentirte bien,
realizada, alegre.
El
apoyo, el dado a las personas a las que quieres y el recibido de las
mismas. Personas que se han hecho, poco a poco, importantes en tu
vida y las quieres mantener. Sabes que las mantendrás.
La
confianza. Valorarte como eres. Crecer como persona. Madurar.
Y
cierras la maleta. Bueno, no la cierras del todo. Dejas un hueco
porque sabes que entrarán más sentimientos. Y todo lo malo, lo
dejas fuera. Solo te queda agradecer. Agradecer a todas las personas
que han empezado a caminar a tu lado.
Acaba
un primer año de carrera que no cambiaría por nada del mundo. Me
hacéis sentir especial.
Esta
es la mejor maleta que cualquier persona querría rellenar. Me siento
afortunada por ello.
Empieza
el camino.
Os
quiero.